¿Cuántas veces has escuchado eso de esperar dos horas después de comer antes de nadar? Nuestros padres o abuelos (o incluso tíos, en estos temas opina la familia al completo) nos lo han repetido todos los veranos de nuestra infancia. Pero, ¿se trata de un consejo verdadero y útil?

¿Nadar justo después de comer puede provocarnos una mala digestión o un desmayo?

Entrar al agua poco a poco
Lo mejor es entrar al agua progresivamente, sobre todo si está fría

La realidad es que no se trata de una afirmación completamente cierta, pero tampoco falsa. La idea más extendida sobre este tema es que no podemos bañarnos sin haber terminado la digestión porque esta puede sufrir un corte. Nuestra madre pensaba que por lanzarnos al agua con el último bocado en la boca, íbamos a sufrir una mala digestión y a ser víctimas de terribles dolores de estómago, cuánto menos. Esto no es del todo cierto, no se ha comprobado científicamente que vayamos a sufrir un corte en nuestro proceso digestivo por mojarnos en el mar o la piscina.

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Pero el miedo a bañarse justo después de comer no solo reside en la idea de sufrir un corte, sino también de sufrir calambres o mareos por la falta de oxígeno en las extremidades. Mamás y papás preocupados del mundo, estad atentos porque vamos a explicar bien estas dos teorías.

Fallo en los músculos por falta de oxígeno

La creencia es que después de una comida la sangre acude al tracto digestivo y deja con menos flujo a los brazos y las piernas (esto sí es cierto, y también al cerebro, por eso sentimos esa modorra). Y, como los brazos y piernas son las partes del cuerpo que nos mantienen a flote, una escasez de sangre en la circulación supone menos oxígeno y podría hacernos perder parte del control en el agua o provocarnos calambres. Desecha esta idea, la realidad es que tenemos sangre de sobra para mantener activas y en correcto funcionamiento todas las partes de nuestro cuerpo. Y, si se diera el caso de ser víctimas de un calambre, no sería tan grave como para causar consecuencias nefastas.

Sin embargo, aventurarse a nadar largas distancias o a someternos a grandes esfuerzos en el agua recién comidos, no es lo más aconsejable, sobre todo si hemos dado cuenta de una comida copiosa. Si nuestro menú incluía grasas y proteínas podemos llegar a sufrir náuseas al hacer ejercicio físico, así que es preferible darse un chapuzón relajado.

Hidrocución, conocida como corte de digestión

Antes de nada, debemos aclarar que el término corte de digestión es erróneo ya que no se trata de un fallo del proceso digestivo. La hidrocución es aquello que puede sufrir un nadador al contacto repentino con el agua fría. Ocasionaría un impacto térmico que puede causar una contracción grave de los vasos sanguíneos y provocar una disminución de la respiración y la circulación, lo que podría causar un ahogamiento por la pérdida de consciencia o, en casos más letales y dependiendo de la salud de la persona, una parada cardiorespiratoria. No se ha contrastado científicamente que exista relación entre la digestión y la hidrocución, sin embargo, según la doctora Shora, una comida abundante podría aumentar el riesgo de sufrir el síndrome de la hidrocución porque dejaría al cerebro con menor cantidad de oxígeno mientras se digiere.

La hidrocución suele ir precedida de estas señales de alarma: sopor, vértigo y zumbido en los oídos, cansancio extremo, dolor de cabeza, calor, picazón y enrojecimiento de la piel -sobre todo en el vientre y en la parte interna de las extremidades- visión borrosa, calambres o dolores articulares y piel de gallina.

El síndrome de la hidrocución se puede prevenir evitando los factores de riesgo antes del baño. Estos son: exposición prolongada al sol, ejercicio físico intenso, ingesta de alcohol o psicofármacos, comidas copiosas o sufrir un golpe o traumatismo.

Las personas mayores tienen más riesgo de sufrirlo, pero todos deberíamos curarnos en salud y entrar poco a poco al agua. Y, en caso de notar alguna señal de alarma, acudir rápidamente al socorrista o centro de salud.

¿Qué conclusiones podemos sacar de toda esta información? Que meterse en el agua justo después de comer no va a ser causa directa de sufrir una «mala digestión» (recordemos que este término, aunque popularizado, es erróneo) ni de padecer un atrofiamiento muscular, pero que, como más vale prevenir que curar, será mejor esperar un ratito o bañarnos de manera progresiva y tranquila. Además, si tus hijos van a hacer algún deporte acuático este verano deberás prestar más atención atención aún a estas recomendaciones.

Así que ya sabes, ¡este verano a disfrutar de la playa y la piscina teniendo en cuenta las normas básicas de seguridad!